lunes, 4 de febrero de 2013

#14 (3ª Temporada)

Este hombre me mira con sus ojos marrones, con una mirada seca, sin colorido alguno, una barba que lleva como una semana sin afeitar, unas cejas totalmente pobladas, unos labios carnosos y orejas grandes, una parece más grande que la otra. Apenas tiene arrugas, aparenta un hombre de unos treinta años. Se rasca constantemente su abundante pelo rubio, con algunas canas, y parece nervioso por algo.
+ Bueno, si no va a hablar, ¿Me puede decir para que ha venido a mi consulta? -me dijo el psicólogo-.
- Lo siento, estaba analizándolo - le contesté-.
+ ¿Analizándome? Pero... Que habla usted?
- Tu rostro, a través del intento saber como eres.
+ ¿Eres capaz de hacer eso? ¿En serio? -se dirigió a mi como quien se dirige a un loco-.
- Claro, te lo acabo de decir
+ Y... bueno, ¿como se supone que soy?
- Eres un hombre tranquilo y dejado, pues tu mirada carece de vivacidad, aparte de que tienes abundante barba, por lo que debes de llevar algunos días sin afeitarte. Tienes problemas, deduzco que económicos, pues tu vestimenta no aparenta ser muy cara, o eso me parece a mi, esto último también lo deduzco porque tienes un tic nervioso en el que no paras de rascarte la cabeza, eso, o tienes problemas de caspa. Tienes muy poca paciencia pues en esos tres primeros minutos que estuve sin hablar te alteraste algo. Dime, ¿Cuantos años tienes?
+ No se que clase de mente tienes, pero has acertado en todo...
- ¿Cuantos años tienes?
+ Eso no le tiene que importar.
- ¿Cuantos años tienes?
+ Eso no le importa, pasemos al asunto.
- ¿34?
+ Deje este tema ahora mismo o ya está marchándose de mi consulta.
- Lo siento.
+ ¿Que te ha echo venir aquí?
- Mi madre.
+ ¿Su madre? ¿Pero usted cuantos años tiene?
- Eso no es de tu incumbencia
+ Sí lo es, usted es mi paciente.
- Mírelo en mi ficha, tiene que ponerlo.
+ Por favor, dígame su edad de una vez. -dijo el psicólogo intentando mantener una conversación-
- Está perdiendo su tiempo
+ ¿Me dirá por lo menos su nombre?
- Yo no tengo nombre
+ Todo el mundo tiene un nombre
- Yo no.
+ Por favor señor, colabore un poco -dijo impacientándose-
- Yo no creo en los nombres, si tengo uno, no me lo se.
+ ¿Por que no cree en los nombres? -dijo con un notable interés para poder empezar una conversación.
- Son como una marca de identidad, cuando piensan en ti lo primero que piensan es en tu nombre o en tu apodo, no en tu forma de ser, yo quiero que me recuerden por algo más que un hombre, no quiero que se imaginen mi forma de ser ni mi carácter ni cualquier otra cosa por mi nombre. Se que suena ridículo, pero mi forma de pensar no es como la de usted.
+ Interesante... cuénteme, ¿Por que su madre quiso que viniera a mi consulta?
- Por una tontería.
+ ¿Que tontería?
- Me tiré de la ventana de mi salón, a la carretera.
+ ¿Y que lo llevó a hacer eso?
Se notaba perfectamente que el psicólogo sabía porque estaba allí, mi edad, mi nombre, y todo. Solo quería que yo se lo contara, pero no comprendo muy bien por qué. El fue el que estudió una carrera, y yo solo osy el tonto que sacó un pequeño ciclo para poder ser tatuador, cosa que ni ejercía. Pero bueno, supongo que en esta carrera hay que ser un poco político, se notaba su trampa.
- Bien
+ ¿Que?
- Perdone, no estaba pensando en lo que debía.
+ Y bueno... ¿Que lo llevó a cometer ese acto? -dijo impacientándose aún más-
- Y yo que se... -dije harto de todo-
+ Estoy aquí para ayudarlo, tranquilo.
- Pues yo que se, todo. El juicio, que mi quitaron mi tienda, la hipoteca que ya no tiene razón, los miles que rechacé por orgullo, la muerte de mi amiga, que tengo a media familia un una caja y yo que sé mas. No encuentro salida para volver a tener mi propia tienda. Pedir otro crédito, aparte de que no me lo concedería por falta de aval, sería una locura pagar dos hipotecas cuando no puedo pagar una sola. Y con todo esto dicho me marcho. Ya solté lo que querías.
+ Siéntese por favor, podemos reflexionar sobre este tema.
- Me duele hacer que mi madre pierda dinero, ella me metió en esto por lo que no lo pienso pagar, y como me duele que el dinero se tire, y más el de mi madre que el mío, me voy. Ya que sintiéndolo mucho, no creo en su trabajo. Tal vez sea necesario, pero para otra persona, no para mi, me voy. Dale el recibo a mi madre, adiós. -dije asomado desde la puerta, sin darle tiempo a contestar-.
Supongo que ahora tengo que dejar caer mi orgullo por el suelo y que ese hombre me de una "solución" para todo, pero se que no va a conseguir nada. Lo necesario puede ser repugnante e inefectivo.
Una vez en casa enciendo la televisión y me pongo a mirar un documental de animales, al que ni le hago caso. Para no gastar electricidad apago la televisión, y me pongo a leer, lo que también me aburre, así que juego un poco a beber, pero no estoy acostumbrado, y el alcohol va quemando mi esófago mientras baja hacia el estómago, mandándome señales el dolor interior, de que el otro dolor interior me afecta. No se porque hago esto, así que lo dejo, y no quiero ir a dormir, no quiero hacer nada, lo único que quiero es ver esa ventana, esa ventana por la que en otro momento me tiré, y volverlo hacer, pero con un resultado del que estuve cerca la otra vez.
Enciendo mi pipa y fumo, fumo hasta que noto secos mis pulmones y desagradable mi boca, no tengo otra cosa mejor que hacer. Tal vez deba de hacer algo productivo y ir a buscar trabajo de tatuador, de nuevo. Eso sería ideal, sería comenzar de nuevo en otra tienda. Pero esta vez en serio, durar y ganar un sueldo, y ser feliz trabajando en otra tienda, no sería mi tienda, no sería mía, no sería "Tattoos Remember" pero sería genial.
Como hombre sin imaginación vuelvo a la misma calle de misma ciudad, pero por variar un poco cambio de tienda, y engaño un poco en mi currículum diciendo algo más que se aleja de la verdad, pero necesito vivir, mis principios ya no son los que eran.
Después de una media hora de entrevista me contrataron en una tienda llamada "Piel en el alma", me gustaba ese nombre, por eso me dirigí hacia ella.
Ahora comienza todo de nuevo, poder tener una vida un poco partecida a la que tenía antes, volver a tatuar y volver a escuchar historias sería un regalo hermoso, que me da la sensación de que no merezco. Pero voy a ser egoísta y lo voy a aceptar, voy a vivir de nuevo. Pues ahora era yo el que ocultaba una vida, que no era vida.